La bioética...ese placer

Da gusto ver como se inicia la etiqueta bioética, humanismo y calidad a cargo del magnánimo A.Aparicio, coincidencia o causalidad, no lo sé, pero la semana pasada acudí a la novena edición del curso de bioética aplicada para profesionales sanitarios en el hospital que rindo cuentas.

Una de las conclusiones de uno de los ponentes, vino a decir que: en el cotidiano ejercicio profesional uno se percata que frecuentemente por encima de las dudas que pueden ofrecer, por ejemplo, un déficit de conocimientos acerca de la materia, se sitúan las decisiones "menos científicas", decisiones que no suelen venir reflejadas en el Harrison ni en el NEJM, puesto que son decisiones que abarcan "hechos" y "valores", y la moral hoy en día no se ciñe precisamente a un único texto de referencia ético, religioso, jurídico o místico que nos venga a socorrer.

El año pasado me sorprendí gratamente, cuando en la asignatura de ética, los diferentes autores "estudiados" (tugendhat, habermas, taylor, rawls) ofertaban las siguientes soluciones para afrontar la ética en los tiempos que corren: la ética del discurso, la ética del consenso, la ética diálógica. Haciendo una interpretación reduccionista, y sin que me oigan mis profesores, me atrevo a decir que a mí me parece el mismo perro con distinta correa, es decir, de una u otra manera me da la sensación que se propone hablar, dialogar, buscar un marco de referencia donde se consiga el consenso...llamémosle como queramos, pero lo que nos queda es sentarnos y hablar y hablar y hablar y en ese proceso dialógico encontraremos la "solución".

Es decir, por encima de máximas y mandamientos que garantizasen un código moral de referencia al que acudir en caso de duda, éstos señores dicen, según estamos a las alturas que estamos, sientensen y hablen, acuerden, consensuen sus propias máximas o mínimas normas de actuación, sean partícipes del proceso creativo que arroja valores a la sociedad o al menos a la parte del colectivo del cual formen parte.

Llegados este punto, se me ocurre que la bioética sanitaria de manera sui generis es el arte de tomar decisiones acerca de los procesos de salud de las personas; teniendo en cuenta el principio de beneficiencia, no maleficiencia, autonomía y justicia. El caso que en España hace unos años surge la figura de Diego Gracia y se le considera el pope de la bioética, y él crea un método de actuación para los comités de ética aplicada que se denomina Método Deliberativo, deliberar, como dialogar u otros sinónimos me evocan sensaciones cercanas al mundo de la reflexión, la premeditación, la no impulsividad, la serenidad, el equilibrio,... hay sinónimos varios.

Y es que, como decían en el curso al que fui, cuando una decisión es tomada por un grupo de personas que interseccionan sus pareceres, argumentando razonadamente y plasmando por escrito la resolución acordada, ha lugar a ofrecer garantías; puesto además en el método Gracia, se contempla que dichas soluciones cumplan unos requisitos, éstos son: que no haya excepción que aplicada al caso derrumbe la decisión tomada, que se pueda hacer publicidad sin sonrojo de la misma e ideal sería que la decisión fuese consistente en el tiempo.

Hasta aquí, la retahíla teórica, desde aquí la paja mental: durante la realización del curso donde nos exhortan a la reflexión, diálogo, deliberación, objetividad, independencia...cual es mi sorpresa cuando el horario del mismo es un exhaustivo suceder de ponencias de alto calado, con ponentes la mayoría con cargos en la Universidad Complutense y que en apenas 60 minutos intentaban transmitir sus conocimientos acerca de la bioética antes de la vida, durante la vida, én los últimos momentos de la misma, en neonatos, en oncología, en psiquiatría, en investigación clínica o genética, en el menor maduro...es decir eche en falta una coherencia procedimental, siendo consciente de lo complicado que debe resultar transmitir unos mínimos conocimientos sobre un proceso complejo (por naturaleza) sin dejar más dudas que al inicio, salvo que su verdadera intención fuese llamar a reflexión, manteniendo al oyente en un permamente statu quo de asombro y perplejidad. Sino era así por favor, transmitan actitud humana, escucha sin prisas, flexibilidad como la del bambú que cede ante la corriente del río sin quebrantarse en lo importante.

Habiéndome despachado a gusto; desde aquí, invito a la práctica del pensamiento por la gratificación que se obtiene del mismo para una vida feliz y no seré yo quien argumente, pues en ésta ocasión Ortega y Gasset lo dijo bien claro:

" Estando así las cosas, parece cuerdo que allí dónde las circunstancias dejen un respiro, por débil que este sea, intentemos romper ese círculo mágico de la alteración, que nos precipita de insensatez en insensatez; parece cuerdo que nos digamos: [...] ¡Calma! ¿ Qué sentido lleva este imperativo? Sencillamente, el de invitarnos a suspender un momento la acción que amenaza con enajenarnos y con hacernos perder la cabeza; suspender un momento la acción, para recogernos dentro de nosotros mismos, pasar revista a nuestras ideas sobre la circunstancia y forjar un plan estratégico." El hombre y la gente, Revista de Occidente

Que pasemos unos buenos días, con cariño:
Juanfra

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