LLEVARSE EL TRABAJO A CASA CUANDO ERES ENFERMERA
Si eres
maestro te llevas los exámenes de tus alumnos a casa para corregir, cuando eres
ingeniero te llevas ese proyecto que te esta quitando tanto tiempo, pero cuando
eres enfermera te llevas a casa la cabeza llena de historias, de
preocupaciones, a parte claro está de
llevarte los bolsillos llenos de ese
guante desparejado de nitrilo, de los tapones de las vías o de los compresores
que luego no encuentras cuando los necesitas. Pero lo realmente chungo es
cuando llegas a casa, como una zoombie y no paras de darle vueltas si le bajará
la glucemia a esa paciente o si se animará ese chico que estaba tan deprimido
por su situación de salud. Y todas estas cosas intentas no vomitarlas con tus
familiares, compañeros de piso, etc. entre otras cosas porque se supone que el artículo
199 del código penal nos lo impide y por otra parte no quieres ser la pesada
que siempre está hablando de su curro. Pero te das cuenta de que no siempre es
fácil colgar todas las cosas del trabajo cuando cuelgas tu uniforme y más aún
cuando eres ENFERMERA. Tratar con personas es lo que tiene, que el trabajo que
te llevas a casa son personas y sus circunstancias.
No se si os ha
pasado, cuando te está hablando tu pareja y tú eres incapaz de dejar de pensar
en ese familiar que te ha hablado mal, o en esa decisión que has tenido que
tomar, o quizás simplemente intentas recordar si le has puesto los aerosoles a
M.
También esta esa
gente que fuera de su trabajo llama a la planta para preguntar por ese paciente
que estaba tan malito, o manda un whatsapp a la compañera para preguntar qué tal le ha sentado el
cambio de tratamiento a J.
Y no hablemos
de cuando lo que te llevas a casa es el catarro, el virus, la conjuntivitis,
etc…. que pulula por tu centro de trabajo como un fantasma maldito, que a pesar
de tomar todas las medias posibles…, BUM!! te levantas hecha polvo acordándote
de todos y cada uno de tus compañeros y pacientes.
Pero no todo
va a ser negativo, también te llevas a casa mogollón de anécdotas que quedan
genial en una reunión familiar, o te llevas esas compañeras con la que te
podrías pasar horas hablando, o te vas a casa con la panza llena porque un
compañero ha llevado esta tarta que le sale tan buena y que a ti te chifla.
Al fin y al
cabo se trata de que sea lo que sea lo que nos llevemos a casa sea la
satisfacción de que estamos haciendo aquello que nos gusta, y que aunque haya
días malos, mejores y peores, siempre llevamos la mochila llena de experiencias
y aprendizajes, pero recuerda, nunca te lleves el glucómetro o el termómetro a
casa, que puede ser que te toque un viajecito extra a la planta.
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