Comparaciones odiosas

Voy a plantear algunas comparaciones que metodológicamente suelen ser medios falaces para la extración de conclusiones; pero en diálectica y retórica pueden ser prácticas a la hora de convencer de algo que conceptualmente no se sostiene o no tenemos argumentos para soportarlo.

En el caso que nos compete, creo recordar que las estadísticas arrojaban una calificación de notable por parte de los ciudadanos que eran encuestados acerca de la consideración social de nuestro colectivo.

Por mi (in)experiencia me atrevería a opinar que las personas que he atendido, en pocas ocasiones reproban la actitud de la enfermera (mi oído sesgado retiene más veces aquello de:"que mérito, estómago, paciencia... tenéis" que "cuánto sabéis, que científicos" o "que borde, arisco, poco profesional"), en mi opinión sus comentarios y alusiones mayormente refieren a emociones, sentimientos, actitudes y conductas. Si hay queja es acerca de: la desinformación, negligencia, efectos secundarios...que no son otra cosa sino aspectos de la atención enfermera.

De tal manera, creo que existe una consideración social "afectiva" y una consideración social "prestigiosa", acerca de la última creo que históricamente han existido personas que que gozaban del carisma del rol que desempeñaban en su entorno, a saber, el médico, el maestro, el cura y el alcalde. Bien es cierto que, hoy en día si revisásemos dichos ejemplos, los políticos caen en descrédito, los curas no son bien recibidos en una sociedad secularizada, los maestros necesitan leyes que les adjudique el estatus de autoridad y en la medicina se pone de moda la práctica defensiva asesorados por gabinete jurídicos.

Todo ésto porque el punto octavo del decálogo profesional del Consejo General de Enfermería dice: Las enfermeras/os tendrán un salario no inferior al 80 por ciento del salario médico
En la actualidad, la media salarial se encuentra en el 45 por ciento del salario médico, frente al 80% del año
1983 y a pesar de nuestra mayor cualificación, competencia y responsabilidad

Si vas en avión, quien es imprescindible ¿el piloto o el personal auxiliar de vuelo? Si se avería el coche, ¿por qué pagamos? ¿por arreglarlo o por saber qué era lo que fallaba? En una casa ¿el arquitecto o el equipo de peones? ¿En el hospital ...?
Imagino que sin mucho esfuerzo, la respuesta que encontramos es que es un trabajo conjunto, que ni A ni B, sino ABBA o BABA será la menos malas de las soluciones. ¿Pero realmente existe tal conciencia? Parece obvio que sí, pero debemos esforzarnos en llevarla a cabo en nuestra representación diaria.
Podríamos refutar que un avión sin auxiliares de vuelo, un taller sin técnicos, un hospital sin equipo multidisciplinar no saldría adelante, de que sirve que alguien sepa lo que hay que hacer sin nadie lo hace, tal vez los usuarios se autoorganizasen para finalizar el proceso, es decir, si ahorramos costes y suprimimos la tripulación de cabina del avión, las personas se sentarían en el lugar designado, se abrocharía el cinturón y en caso de necesidad actuaría como corresponde.

¿Acaso es que no existe diferencia? En teoría, sí. La de una formación y entrenamiento específico, que dota de capacitación y garantía a unos frente a otros, llevado a uno de los límites fronterizos, podemos decir qué diferencia existe entre nosotros y las personas que hacen su rol de cuidador en un domicilio, ¿una formación científica? ¿una metodología? ¿un modelo?...
No quiero transmitir que debamos mostrar oposición a las amenazas que percibimos en nuestro ámbito profesional, sino trabajar por establecer un sistema de racionalidad que implemente nuestra actuación.

"No dejarse al pairo de la mar océana, sino fundar una nueva Ítaca, que no está en otra parte más que en nuestro interior" J.L. Fuertes

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