LOS TATUAJES SE CUELAN EN LA HISTORIA CLÍNICA


Nuestra amiga Marta Carmona sugirió, a través de facebook, que hablásemos de algo que ni siquiera conocíamos: los tatuajes sanitarios

Por el nombre podría parecer que nos referimos a las condiciones higiénicas con las que se realizan los tatuajes, para evitar la transmisión de enfermedades por vía parenteral, pero no.

En los últimos 15-20 años, en España el tatuaje ha ido dejando de estar asociado, por lo general, a las capas marginales o contestatarias de la sociedad para convertirse en otro producto de consumo que ha llegado a las cotas más altas de la transversalidad. Lo que hace 20 años parecía imposible, hoy es relativamente habitual, e incluso muy popular. Ya no nos escandalizamos por ver a mujeres de 65 años eligiendo su próximo tatuaje.

La evolución de los tatuajes ha sido evidente. Si bien antes eran dibujos simples con escasa gama cromática y resolución digna de la Game Boy (permítanme la exageración), a día de hoy se ha llegado a que cada tatuador se especialice en géneros, temáticas o incluso distintas técnicas. Los dibujos planos han desembocado en obras de arte de aspecto tridimensional. Si antes los tatuajes tenían un sentido puramente estético, la evolución -que comienza ahora- es que además tengan un sentido funcional y práctico.

En el caso de los tatuajes sanitarios, sus portadores pretenden anunciar alguna enfermedad crónica, voluntad o alguna alergia con la intención de, en caso de urgencia y/o disminución severa del nivel de conciencia, poder informar al personal sanitario que les atienda y que esa información sea recogida en la historia clínica de forma que el diagnóstico y el tratamiento se individualice lo máximo a cada paciente.


Estos tatuajes comparten la misma función que la joyería sanitaria (brazaletes u otras joyas que también anuncian enfermedades o alergias de sus portadores) y tienen la ventaja que no se rompen ni se pierden, excepto en caso de tragedia como las laceraciones, quemaduras o mutilaciones. Algunos tatuajes simulan esos brazaletes.


El tatuaje, además de los antecedentes patológicos o alergias, se suele acompañar con algún símbolo, para hacerlo más vistoso, o incluso con algún dibujo para añadir un valor estético o simplemente para mantener una coherencia estilística con el resto de tatuajes previos.



Un tipo de tatuajes que me parece especialmente interesante por las implicaciones ético/legales que conlleva, son los que explicitan la no reanimación cardiopulmonar o la voluntad de ser donante de órganos. ¿Hasta qué punto un tatuaje puede tener una implicación legal? ¿Deben tener mayor jerarquía que la decisión de los familiares? Es un debate que deberíamos tener resuelto antes de encontrarnos con el problema. 



La práctica de los tatuajes sanitarios todavía no está de moda, aunque parece estar en auge, pero el personal sanitario, especialmente el de urgencias y emergencias, no debe pasar por alto esta práctica.

La práctica de los tatuajes sanitarios o tatuajes de alerta médica (Medical Alert Tattoo) no está regulada y ninguna asociación ni organismo ha abogado por estandarizar esta práctica con el fin de que al personal sanitario de urgencias y emergencias no se le pase por alto este mensaje de alerta. Hasta el momento parece que el criterio es el del sentido común: mensajes de no reanimación en pectoral izquierdo y resto de alertas en las muñecas, debido a que suele ser el lugar de elección para comprobar el pulso.

Los tatuajes sanitarios no deberían ser considerados como una prueba irrefutable de un determinado antecedente patológico dado que para hacérselo no se requiere ningún tipo de prueba que demuestre que es cierto lo que se va a tatuar ni están registrados en ninguna base de datos. Sin embargo, en condiciones extraordinarias, pueden suponer una gran ayuda en la orientación diagnóstica y posterior planificación del tratamiento y de los cuidados.

En la actualidad, la bibliografía científica sobre este tema es prácticamente nula.

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