Llevarse el trabajo a casa

Ya son las 08:30.

He contado el parte.

Camino hacia el coche con la única esperanza de que hoy el atasco no me deje sin desayunar hasta las 9:30

Ya ha amanecido y la sensación de cansancio se mezcla con el placer de sentir el calor del sol en la cara.

Semáforos, ruido, tráfico. Creo que no me queda más de una hora de energía. Sólo pienso en desayunar y meterme en la cama.

Terminar la cuarta noche siempre me deja una sensación extraña, una mezcla de alivio y de victoria.

Por fin en casa. Dar la vuelta a la llave de contacto y dejar de oír el motor, esperar un par de segundos dentro del coche y tomar aire. Notar ese pitido en la cabeza, las piernas pesadas y el estómago del revés.

Camino despacio hacia la puerta del portal. Ha sido una noche larga en la UCI, de esas que parece que no van a terminar nunca. Rápidamente cruzan por mi mente una sucesión de imágenes. Mi paciente, el respirador, las llamadas a rayos, el viaje al escáner a las 3 de la mañana.

Entrar en casa. Huele a café y a tostadas. Desayuno en la cocina iluminada por el sol con la radio de fondo. La vida es maravillosa sin zapatos.

De pronto suena al final del pasillo algo parecido a la alarma de un respirador. No puede ser…tantas noches seguidas te están afectando…pero ahí está de nuevo, reconozco claramente ese sonido. A esa primera alarma se le unen ahora otras, sonidos de bombas que se acaban, que se obstruyen, un monitor tintineando como loco, la alarma de la máquina de ultrafiltración, la nutrición enteral, un coro de pesadilla completamente fuera de contexto.”


Una historia parecida paso por mi mente hace poco mientras leía un artículo que hablaba acerca del estrés del cuidador principal de pacientes que habían estado en Cuidados Intensivos. En el estudio seleccionaban al cuidador principal de pacientes que habían estado intubados más de 7 días y los seguían durante un año, evaluando si sufrían durante este tiempo algún signo o síntoma de estrés o depresión.
En el grupo estudiado la media de edad de los cuidadores era 57 años y el 70% eran mujeres.
Los resultados son bastante crudos. El 67% demostraban síntomas de depresión inmediatamente después de que su familiar dejara la UCI lo que es completamente razonable. Habitualmente el paso por la UCI deja al paciente en una situación que requiere meses y en algunos casos años para volver al nivel de actividad e independencia previo al ingreso.
El dato más dramático es que el 43% de los cuidadores sigue mostrando niveles altos de depresión después de un año de que su familiar haya abandonado los cuidados intensivos. No habla el estudio de cansancio o de preocupación, ni habla de encontrar dificultades durante ese largo periodo de rehabilitación sino de depresión.

Las variables asociadas con mayores niveles de depresión fueron la mayor juventud del cuidador, el mayor impacto del proceso de cuidado sobre el resto de actividades de la vida del cuidador, menor apoyo social, menor sensación de control sobre sus vidas y menor crecimiento personal.

Algo sobre lo que reflexionar sin ninguna duda.


“…Detrás de la puerta del salón se presentó ante mí una auténtica pesadilla. Allí estaba mi paciente, las bombas, el monitor, el respirador ocupando el espacio en el que debían estar mi sofá y mi tele.

Me acerqué despacio a la cama.  Ese no es mi paciente…es mi marido.

Entonces me di cuenta de que el día no había hecho más que empezar.


  

El artículo en cuestión es este: One-Year Outcomes in Caregivers of Critically Ill Patients. N Engl J Med 2016; 374:1831-1841



Alfredo S.

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