Comer, cagar y follar

Acabé el curso hablando del final y lo empiezo escribiendo sobre el principio, más concretamente sobre el principio del legado que dejamos cuándo nos vamos. Cuándo nuestro cuerpo se ha ido pero permanece nuestro espíritu. Y no me refiero las ondas electromagnéticas que vagan por el universo cuando nos morimos. Lo siento pero no he buscado en el PubMed la evidencia al respecto para documentarme. Me refiero al espíritu en sentido metafórico que permanece en los nuestros, en los que nos conocieron y que sirve o inspira a otros a reaccionar de diferentes maneras ante la "desaparición" en vida de algunas personas.


Como estamos aún en las rebajas del verano, quiero apenas dejaros tres experiencias, el vídeo del funeral de Bud Spencer o Carlo Pedersoli como le llamábamos los amigos, el vídeo del entierro de Ferenc Puskas o cañoncito pum pum como le conocían en Chamartín y algunas notas sobre la forma de "morir" de Paramahansa Yogananda.

Podría caer en el simplismo de decir que los que celebran el funeral de una u otra manera aciertan al afrontar la muerte de manera... etc. etc. Pero sabéis lo que os digo, que desde que un monje de clausura (no diré de que confesión) me dijo que "no había nada más espiritual que comer, cagar y follar bien" lo escucho todo con mayores márgenes de tolerancia. Por lo que, independientemente de gustos, dejemos dignidad a las personas para expresarse en vida acorde a sus valores y que su legado no sea otro que el respeto y la aceptación a dichas costumbres, sean cuáles sean, respetando la celebración que supone haber vivido.


Y ahora empieza Cuarto Milenio, Paramahansa Yogananda el día 7 de Marzo de 1952 decide frente al embajador de la India y otros cuantos comensales reunidos en un Hotel de Los Ángeles "entrar" (no se que verbo se usan en estos casos) en Mahasamadi, dícese de el abandono definitivo del cuerpo físico realizado en forma voluntaria y consciente por un gran yogui (no intentar hacer en casa sin la supervisión de un adulto). Y una carta certificada por notario (esto no se si es garantía o hándicap) del responsable del cementerio que acoge sus ¿restos? dice lo siguiente: 

“La ausencia de cualquier signo visible de descomposición en el cuerpo de Paramahansa Yogananda constituye el caso más extraordinario de nuestra experiencia […] Incluso veinte días después de su fallecimiento, no se apreciaba en su cuerpo desintegración física alguna […] Ningún indicio de moho se observaba en su piel, ni existía desecación visible en sus tejidos. […] Este estado de perfecta conservación de un cuerpo es, hasta donde podemos colegir de acuerdo con los anales del cementerio, un caso sin precedentes. […] Cuando se recibió el cuerpo de Yogananda en el cementerio, nuestro personal esperaba observar, a través de la cubierta de vidrio del féretro, las manifestaciones habituales de la descomposición física progresiva. Pero nuestro asombro fue creciendo a medida que transcurrieron los días sin que se produjera ningún cambio visible en el cuerpo bajo observación. El cuerpo de Yogananda se encontraba aparentemente en un estado de extraordinaria inmutabilidad. […]
Nunca emano de él olor alguno a descomposición. […] El aspecto físico de Yogananda instantes antes de que se colocará en su lugar la cubierta de bronce de su féretro, el 27 de marzo, era exactamente igual al que presentaba el 7 del mismo mes, la noche de su deceso; se veía tan fresco e incorrupto como entonces. No existía razón alguna para afirmar, el 27 de marzo, que su cuerpo hubiera sufrido la más mínima desintegración aparente. Debido a estos motivos, manifestamos nuevamente que el caso de Paramahansa Yogananda es único en nuestra experiencia”.

Franjuan

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