La istoria es la istoria
Y es que tras darle mil vueltas aún no sé cómo se escribe
Esta frase, extraída entre la
colección de perlas que encontramos en el documental: El invierno de Pablo (2012) de Chico Pereira (http://www.pabloswinter.com/espanol),
se encuentra a la altura de cualquier gran filósofo. Sin embargo, esta vez, no
se le atribuye a ningún clásico pensador, sino a un octogenario de Almadén
(Ciudad Real) que durante algo más de una hora nos dará un número incontable de
lecciones sobre la vida y el paso del tiempo.
La pieza nos relata el día a día
de Pablo, un exminero con cinco infartos de miocardio a sus espaldas, o en su pecho. A quién
tanto su médico, familia y amigos instan a reformar sus costumbres perniciosas
(sedentarismo, tabaquismo, bebedor, etc.). No obstante, él banaliza la cuestión
con el tópico: “no sé si voy a vivir más,
lo que es seguro es que se me hará más largo”.
La dirección de su paisano Chico
Pereira supone una declaración de intenciones desde el inicio del metraje. Un plano
fijo muestra las antiguas minas de Almadén (un tercio del mercurio mundial ha
sido extraído de sus entrañas) confinadas entre el espesor del humo. La alternancia
de ese plano nos lleva a la cocina de Pablo. Botella de licor, tabaco y
cenicero, café y un reloj sin segundero que nos transmite el sosiego y
estatismo del tiempo.
Eso es lo que él no tiene, prisa.
Quizás lo más reseñable del
documental sea la ausencia de moraleja, un texto cercano y trasparente del que
cada uno extrae sus propias conclusiones. Una dicotomía entre los buenos
hábitos y los hábitos buenos de alguien que como él mismo dice: lleva tres años de “prestao”, y que
prefiere vivir a sobrevivir. O la del egoísmo, ¿del que fuma?,¿o del que le
niega el placer? La de la istoria que se va, a pesar de quien insiste en
estirarla. Los días de una vida que como en los antiguos recortes de periódico
que nuestro protagonista guarda, “las
letras se están borrando”.
Finalmente, el último plano nos
muestra a Pablo, un primer plano del que no vemos la mano, no sabemos qué ha
decidido ¿paloduz o cigarro? Su nieto se aleja en bici, ya sin ruedines, y Pablo
sigue ahí, estático y observándolo, inmóvil pero oscilante, como el mobile de Calder.
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