Diagnósticos Compartidos; Día Internacional Cáncer de Mama


Ni tengo cáncer, ni soy mujer. Quizás no sea la introducción más acertada para el abordaje del tema, y menos aún si mi género se corresponde con ese marginal menos del 1% de la sociedad que podría desarrollar Cáncer de Mama, porque sí, para legos, esta enfermedad no es exclusiva del sexo femenino.


 Pero más allá de estos datos estadísticos,  existe un porcentaje más certero, correspondiente al 100% de la sociedad que si bien no le atañe un diagnóstico diferencial en su propio cuerpo, sí comparten esta batalla de una manera más o menos directa. ¿Quién no conoce en su familia, en su entorno o en su trabajo algún caso? Y más aún si en el gremio que nos desarrollamos las mujeres suponen la gran mayoría.
Así pues, este artículo no va a ir enfocado a cada una de esas guerreras que cada día se levantan con este, en muchos casos, aún estigma social. En estos días, para todas ellas habrá un sinfín de marchas, homenajes, artículos, post, etc. Por lo que creo que nadie se ofenderá si desde aquí, relativamente, hoy las dejamos en segundo plano. A veces se agradece el descanso cuando se es constantemente la protagonista de una película cuyo final es tan incierto. Vosotras también tenéis derecho a respirar y ceder ese papel a los de al lado.



                                   


Esta entrada va dirigida para todas aquellas hijas que aún no siendo suficiente el acompañamiento de su madre en la lucha, pasarán el resto de sus vidas con esa espada de Damocles y su titubeante zigzagueo al que les ha condenado el azar de la genética. Para todos esos hijos que cada día son la razón de ellas para enfrentarse a la sintomatología y dirigirse, cuando no quedan fuerzas, a las unidades especiales. Maridos que dejan a un lado su trabajo y se ponen la gorra de chófer para ir a cada sesión de tratamiento. Y sobre todo, para que todos aquellos que crean vano todo aquel esfuerzo cuando el final no fue el deseado, sepan que ella se fue con la plenitud de saber que los suyos pusieron hasta la última gota de su esfuerzo por acompañarla y hacérselo más fácil.




Porque el cáncer, como la enfermedad psiquiátrica, como la violencia, o como, por desgracia, tantas epidemias de esta sociedad, no son responsabilidad ni materia exclusivamente del implicado. Sino de todos y cada uno de los que formamos parte, de una manera u otra, de la vida de estas. Y ambas partes han de ser consciente de su papel y del autocuidado que pueden necesitar.




No obstante, para finalizar, por deformación profesional, no podría cerrarse este artículo sin una pizca de educación. Por lo tanto, tomen nota:
       



                                                                                            Fuente GEiCAM


CREENCIAS ERRÓNEAS, MITOS Y PSEUDOTERAPIAS SOBRE EL CÁNCER (AECC)



Aramis G.

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