La DUI o cuando un amigo se va...¿a Bruselas?

No me he podido resistir y voy a escribir sobre la DUI (Duelo Unilateral Involuntario).

Porque de eso trata la DUI ¿verdad? Llevo semanas sin enterarme de noticias y lo poco que he percibido en el ambiente es que todos hemos perdido algo.

Así definen el duelo. Como la reacción psicológica y conductual ante la pérdida de alguien o de algo. Afloran en nosotros sentimientos de tristeza y nostalgia. Nostalgia que, por cierto, comprendí mucho mejor cuando me explicaron que viene del griego "nostos" recuerdo "algia" dolor. O sea, el dolor que produce el recuerdo.

Y hoy en día tener dolor y sufrir está mal visto. Y buena parte se lo debemos a la moral cristiana post-jesucrística que centró en la culpa y en el dolor buena parte de sus pilares para la expiación de los pecados.


Tal es la tradición que toda la cosmovisión actual de una u otra forma ha girado entorno a esta concepción. Incluso el hedonismo actual y procurar bajo todos los medios no tener dolor (véase aquí que mi masoquismo no es tanto en lo físico sino en lo psicológico, o mejor aún en las oscuras relaciones que tienen ambos tipos de dolor) cae en la trampa de cuanto más quieres huir de algo, más presente y cercano se aparece en la conciencia.

Lo digo por las famosas fases del duelo de Kübler-Ross que, como no puede ser de otra forma, todos aceptamos porque negar la evidencia queda poco ortodoxo además de generar disonancias con la realidad que no fomentan una convivencia sana entre iguales.

Pero volvamos a hablar de política, que me desvío del tema.

Como les decía, es innegable el trance por el que todos pasamos durante el duelo pero y si hemos establecido toda una forma de comprender el mundo desde una premisa falsa (esto pasa a diario pero se nos da muy bien disimular a todos como si nadie nos hubiésemos dado cuenta).

La premisa falsa es que perdemos algo o alguien. Y las pérdidas, normalmente, no suelen ser declaradas de manera voluntaria y unilateral. Es decir, normalmente utilizamos expresiones del tipo "Dios se lo ha llevado" "era su hora" "la cosa estaba de irse" "ens roba" etc. para expresar la pérdida de alguien.

Y dejamos en manos de un ente o de algo que no podemos controlar, el hecho de que hayamos perdido un ser querido.

Pero qué ocurriría si de manera voluntaria y unilateral nos aplicásemos el 155 tomando la decisión de perder a algo o alguien querido. Racionalmente sabríamos que sigue estando ahí pero hemos decidido perderle y continuar la vida con esa pérdida. Podemos sacar una valiosa lección de esta actitud idiota que consiste en infringirse un duelo por voluntad propia. Y que en la moral cristiana jesucrística ya encontramos un probable ejemplo en el famoso versículo: "Déjalo todo y sígueme" que se ha interpretado a lo largo de la historia como un voto de pobreza haciendo alusión a los bienes materiales pero no hace falta retorcer mucho la interpretación para encontrar en esas palabras una apología al abandono voluntario de lo que tenemos en nuestra vida. 

Algo muy similar a la filosofía budista que hace alusión a que para ser feliz más que tener un camión lo que hay procurar es "no desear nada". Pero hay un matiz, ya no es tanto desear como haber deseado, haber "poseído" y haber liberado.  Por ejemplo, debe ocurrir algo similar cuándo eres padre con los hijos. Has deseado tenerlos (o los medios para impedirlo no funcionaron), has creído tenerlos como si de una posesión se tratase e irremediablemente en la vida ves como se alejan y son libres dejándote una sensación de duelo si bien es cierto que cambiando el status quo puedes seguir disfrutando de ellos.


Pero entiendo que el duelo que Jesús (el hijo de María y ¿José?) propone es soltar amarras en vida y con fe tirar para adelante a pesar de saber que esta al alcance de tu mano recuperar lo que voluntariamente has dejado marchar.


La senda. Hocks
Porque el mayor duelo que tenemos que realizar es el de nuestra propia vida. El de nuestra muerte. Saber que llegará el momento en que abandonaremos todo lo que hemos sido, tenido y poseído. Y no pasará nada. Caminamos con paso firme y decidido hacia la muerte mirando hacia el paisaje en vez de hacia el camino que recorremos. Y no queremos afrontar el precipicio que tenemos enfrente. Le damos la espalda y creemos avanzar en dirección contraria pero realmente tenemos a la muerte pisándonos los talones a cada paso. Podría desprenderse de este argumento una silente apología o justificación del suicidio, pero más bien la concepción de afrontar la vida como un cese voluntario de lo que somos y tenemos supone una forma de aceptación total e integradora de la vida. Para ir practicando pueden ir induciéndose duelos voluntarios y transitarse a sí mismos observando cómo encajan poner rumbo a "Bruselas".

Franjuan.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LAS PREGUNTAS HIPOCRÁTICAS

¡CUÁNTA TENSIÓN!

10 COSAS BÁSICAS DE NEONATOLOGÍA QUE DEBES SABER SI TRABAJAS CON BEBÉS (O SI VAS A TENER UNO) - 1ª PARTE