LAS PREGUNTAS HIPOCRÁTICAS



¿Qué le ocurre?

¿Desde cuándo le pasa?

¿A qué lo atribuye?

Son las tres conocidas preguntas hipocráticas con las que se recomienda comenzar cualquier entrevista clínica. 

Éstas cuestiones me recuerdan la importancia que tien la narración que hacemos de los hechos, es decir, las palabras nos delatan y el uso que hacemos de las mismas traen consigo mucho más que una mera descripción de lo que nos ocurre.

Al contar nuestra experiencia nos estamos describiendo, nos estamos haciendo, estamos dándonos a conocer de una manera e incluso nos estamos transmitiendo a nosotros mismos una forma de ser y de estar ante el mundo. 

Un ejemplo ilustrativo es decir a una amistad: "el otro día no te vas a creer lo que me paso, te vas a partir de risa cuando te lo cuente, se me pincharon dos ruedas del coche, jajajajaja" en cambio la misma situación puede ser contada "vaya desastre de día se me pincharon dos ruedas del coche, que mala suerte." 

Sin lugar a dudas podríamos acordar que sucedió lo mismo en ambas ocasiones pero la manera de afrontarlo de cada uno fue bien distinta y por lo tanto con seguridad afirmo que la manera de reaccionar del interlocutor también lo fue.

Extrapolando dicha situación a nuestro entorno, no cabe duda que nuestra manera de actuar dependiendo de como se responda a las tres preguntas hipocráticas será bien distinta, es por esto que me planteo si valoramos suficientemente la subjetividad de la persona, soy conocedor que en los tiempos que corren priman unos valores dónde requerimos de pruebas objetivas, datos consignables, fiables, duraderos, consistentes, etc. pero sospecho que la atención proporcionada sería más ajustada y si me permiten más eficiente si valorásemos cada caso en su particularidad, se que suena inoperante frente a los protocolos y diagramas de actuación ante situaciones estándar, pero permítanme vivir o pensar en la inopia sanitaria.

Por último hay una cuarta pregunta que ha sido relegada y que debería incluirse casi en un triage imaginario dónde las prisas fuesen secundarias. 
No es otra que:  "¿cómo cree usted que puedo ayudarle?" Un cántico a favor de la autonomía del paciente, del empoderamiento y de la eficiente gestión de los recursos.

Comentarios

  1. Personalmente creo que sería mucho mejor la llamada entrevista cualitativa o en profundidad, donde lo ideal sería que comenzase la persona a hablar y dijese aquello que quiere. La tarea posterior pasa por un análisis de su discurso, de donde podrían sustraerse gran cantidad de información de todo tipo, y entre esta multitud de sintomas relacionados unos con otros. Esto tiene la ventaja de no poner en la boca de los pacientes aquello que ellos no han querido decir, cosa que ocurre con una frecuencia pasmosa. Inducimos a que digan aquello que queremos oir.
    Por desgracia, el actual sistema sanitario y la obsesión cientificista de operativizar, tecnificar y cuantificar todo (aparte de la falta material de tiempo para realizar entrevistas cualitativas a todos los pacientes que pasan por urgencias ¡glups!!) hacen desvanecerse al ser humano como agente social y dueño de su vida para reconstruirlo como un saco de síntomas a tratar.
    Un beso para todos!

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  2. Desde luego como no entre un cientificista en éste blog, vamos a tener poco debate, porque suscribo lo que escribes.

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