Rotaciones, extensiones, flexiones y reflexiones de una D.U.E. canterana.

Hace ya unos cuantos días, un amigo me comentó la existencia de este proyecto. Por ese entonces, todavía estaba en período de gestación. Hoy ya ha visto la luz y se llama La Banda de Blanco…y con él, esos diferentes profesionales de la sanidad llenos de ganas de dar a conocer nuestras experiencias cotidianas y nuestras reflexiones en torno a la salud de las personas, vamos a poder llevar a cabo este propósito.

Esa misma persona me preguntó si me iba a animar a escribir “algo”… lo cierto es que no estoy muy habituada a hacer cosas de este tipo y tampoco tenía muy claro sobre qué iba a escribir… hasta hoy, día en el que el desánimo y también la decepción le han ganado la batalla a mi habitual estado”happy hippie flower”.

Muy posiblemente la gran mayoría de los que estéis leyendo esta entrada os dediquéis activamente al Arte y a la Ciencia del Cuidado…yo todavía no, y no es precisamente por falta de ganas, sino por todos aquellos motivos y obligaciones extern@s e intern@s, que convierten en una acción nada fácil el tomar esa decisión que implica un cambio, un salto, un riesgo.

Muchas veces pienso que he sobrevivido, pero… ¿a qué?

A estos, en mi caso, 4 años de estudiar, de hacer trabajos en grupo, de asistir a seminarios, de ir a clases teórico-prácticas, de romperme los cuernos con mi coordinadora y con mis compañer@s para cuadrar los turnos de trabajo con las prácticas, de dejar de tener vacaciones para poder tener un -“¡sólo voy a prácticas!”- o un -“¡voy a poder estudiar una tarde entera!”-, de pasar de dormir por la noche a echarme una siesta por la noche, de pasar de hacer 5 comidas diarias a comer frugalmente cual Hobbit en el camino, de exámenes, de nervios, de imprevistos, de lloros, de alegrías, de soñar,… de luchar.

Y ahora, ¿de qué me sirve todo esto si muero de ganas por empezar a hacer lo que tanto he deseado durante tanto tiempo y no puedo hacerlo tan pronto como yo quisiera?

Una de las definiciones de la palabra PACIENCIA según la RAE es la de facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho.

Así como para algunas cosas puedo llegar a tener límites infinitos de paciencia, para otras, como esta, no consigo alcanzar ni la concentración mínima necesaria.

Reconozco que me muero de envidia (y no hablo de esa “envidia sana” de la que se habla, NO, hablo de desear exageradamente todo aquello que todavía no tengo de la Enfermería) cuando amig@s me cuentan sus experiencias en el trabajo (por supuesto, respetando la confidencialidad al máximo … ;P), lo que han visto hacer, lo que les ha pasado al administrar una medicación, las cosas que pueden llegar a verse en una radiografía, la bronca que han tenido con el celador de la planta, lo “movidita” que ha sido la noche, el tiempo que les ha tardado en llegar un resultado urgente del laboratorio, cómo se han sentido cuando al ver que un paciente ha empezado a mejorar, …

Hoy me he estado planteando muchas opciones, pros y contras de actuar de una manera o de otra… y aunque lo cierto es que no he llegado a ninguna conclusión en concreto, lo único que tengo claro es que seguiré intentando desarrollar mi paciencia desde la frontera en la que me encuentro en estos momentos, sopesar todas las posibilidades, intentar no perderme, y que el miedo no me impida calzarme mis zuecos de rubíes, empezar a recorrer mi particular camino de baldosas amarillas y disfrutar de todo aquello que me está esperando en dirección hacia, mi también particular, Ciudad Esmeralda.

Cada día un poquito más cerca.

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