La vida sin ti...en el 25N
Ya han pasado dos días desde que te aparté de mi vida. Ha sido el peor
fin de semana que pasaba en mucho tiempo, desde la última vez que me
hiciste daño, daño de verdad, no los desplantes que solías hacerme casi a
diario. No me sentía tan rota y vacía desde que decidiste dejarme por
segunda vez y que junto a ello mintieras a todos negando que hubiéramos
estado juntos alguna vez, y solo por el error que cometí de desahogarme
con unos amigos. No hago más que pensar en tu cara, en tu pelo, en tu
altura, tus gafas, tu chaqueta motera y en todo eso en conjunto y en
general, y me duele, me duele mucho. Tampoco dejo de preguntarme qué
hubiera pasado si te hubiera podido perdonar una vez más y aunque
quisiera, en el fondo creo que tendríamos el mismo problema, yo estaría
sola a tu lado pues, en los momentos en los que te necesitara de verdad,
no estarías.
No se trata de cuanto hayas cambiado en estos últimos
meses, si no en qué tan firme es tu cambio, y eso es lo que me generaba
desconfianza. Todo el mundo dice “la gente no cambia”, pues bien, yo
creo que no también y yo no quiero estar a tu sombra. No quiero
arriesgarme a volver a entregártelo todo y ver otra vez que no valgo lo
suficiente para ti, aunque digas que sí. No quiero arriesgarme a volver a
sentirme en último lugar, no quiero volver a arriesgarme a volver a ver
en tus ojos que soy una carga a la que tienes que dar algún tipo de
explicación cuando tu cuerpo te pide hacer algo y yo no entro dentro de
ese plan. Y es que, no comprendo lo que pasa dentro de tu cerebro. Dices
que me quieres pero no lo demuestras, dices que harías un viaje que
siempre me negaste pero no mueves un dedo, dices que te hubieras venido
de esa concentración motera pero no viniste. Dices, dices, dices y yo no
veo nada. Puedes llamarme resentida, y puedes llevar razón, pero mi
corazón ha dejado de poder vivir del aire y de “cuando…”
¿De quién es la culpa? Yo te la he echado a ti pero no debí dejar que me
agotaras, no debí dejar pasar esas humillaciones y tus venganzas, debí
frenar esto hace mucho tiempo, al fin y al cabo, el resultado ha sido el
mismo, yo aquí sin ti. Y es que no acabas de entender
que ahora
estamos así precisamente por haberte enfrentado, por haber dicho “ya no
mas”, por haberme apoyado en personas que te generaban inseguridad y
querían regar ese jardín que tu habías dejado morir por no prestarle
atención. Si realmente te hubiera merecido la pena para ti, tu esfuerzo
en estos últimos meses no se hubiera visto mermado por las dificultades
que quizás te he generado con mi dolor. Porque si en estos meses yo no
he sabido ver la cosas buenas que salían de ti entre otras malas, tu no
has sabido ver las cosas buenas que he intentado darte cuando esas cosas
malas no estaban. No nos hemos logrado ver, ni yo a ti ni tú a mi, pero
es que ahora te tocaba dar el “do de pecho” y estar por encima de tu
orgullo, darme tu mejor lado pero no entre partes de tu lado malo.
Apostar por ti incluso cuando creía que ya no iba a poder y que tu
orgullo se interponga hace que la caída sea aún más dura, pues sacar la
humildad a tu corazón cuando este te pide ser orgulloso y que encima no
sirva de nada, duele.
Pienso que cada foto que veo nuestra, de las pocas que hay, cada foto mía que veo, de cuando lo daba todo por ti, me hunde, me hunde al pensar en cómo pudiste despreciar todos los momentos que quería pasar contigo y verlos como una obligación, rechazarme tanto, cómo pudiste dejarme la última en tu lista de prioridades. No podía tirar más de ti, no podía forzar más las cosas, no podía renunciar a más cosas por ti. Quizás mi contundencia no fue la suficiente y en este proceso hemos sufrido los dos, pero yo soy humana y se te olvida, se os olvida, y no se hacerlo todo bien, no ser luchar un poco más siempre, dar un poco más de mi siempre, ni conformarme con aquello que tu crees suficiente pero yo no lo siento así.
Finalmente me llevaste al límite y ya no supe cómo
actuar, perdí mi perspectiva y te perdí como mi destino, y es que, por
mucha conspiración astral que se junte para que dos personas estén
juntas, si una de ellas se empeña en lo contrario, no surte efecto.
Antes fuiste tu, quizás ahora he sido yo.
Cuídate mi vida, yo te sigo llevando grabado en piel.
Virginia Jimenez
Cuídate mi vida, yo te sigo llevando grabado en piel.
Virginia Jimenez
Comentarios
Publicar un comentario