La encrucijada de la acupuntura y la terapia con animales


La terapia con animales es muy popular. Se relaciona mucho con la pediatría y la salud mental, pensamos rápidamente en perros y en caballos y nuestra percepción es que, hay consenso en la comunidad científica de sus beneficios, por lo que quedarían probados. ¿No?


Efectivamente, la inmensa mayoría de estudios sobre las actividades asistidas con perros o la terapia asistida con perros indica que una gran variedad de indicadores de salud, tanto físicos como psíquicos o emocionales, mejoran: ansiedad, depresión, fatiga, tensión arterial, niveles de cortisol, epinefrina y norepinefrina, autoestima... Incluso hay trabajos que relacionan la deambulación con perros tras fallo cardíaco con una recuperación más rápida.

Hasta aquí la parte que nos sonaba o que suponíamos.




Sin embargo, la mayoría de estos artículos dejan claro que sus resultados hay que tomarlos con precaución porque las muestras son escasas y que es conveniente seguir con el estudio para obtener muestras mayores y resultados más fiables.

Además de las muestras pequeñas, estos estudios están sesgados porque es muy difícil o casi imposible aplicar un sistema de ciego o doble ciego para comprobar la efectividad de la terapia en un grupo control.

El Dr Harold Herzog -que se autodefine como amante de los animales- discute los resultados de estas investigaciones. Sugiere que los investigadores comprometen su objetividad porque les suelen gustar lo animales, al igual que los pacientes que acceden a participar en las investigaciones, por lo que sesgan los resultados en sentido positivo. Por el contrario, los trabajos carecen de los resultados que podrían ofrecer las personas a las que no les gustan los animales y que se autoexcluyen de los estudios, y que, supuestamente, sesgarían los resultados en sentido negativo. La importancia de este grupo es fundamental ya que están exentos del efecto placebo.

Herzog afirma que las creencias personales son insuficientes para asegurar el beneficio de las interacciones con animales y que éstas deben demostrar su efectividad igual que lo haría cualquier otra terapia o medicamento.

Estamos, pues, frente a la misma encrucijada a la que se enfrentó la acupuntura a principios de siglo, que por no tener estudios de alta calidad de evidencia científica no podía demostrar su efectividad.

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