Blablacar, Suicidio y Goya

¿Qué tienen en común la plataforma de consumo colaborativo, el suicidio en su grado de tentativa y el pintor Francisco de Goya?


En principio ni una remota relación podría conectarlos. Salvo que durante un viaje realizado mediante Blablacar tres personas desconocidas compartan conversación y uno de los pasajeros al observar en el copiloto unas cicatrices en los antebrazos pregunta con la misma naturalidad con la que había estado conversando de política: "Anda, ¿y esos cortes?" 


Ante tal cuestión la persona interrogada queda perpleja, el piloto acompaña el violento silencio y tras unos minutos se reconduce la conversación al mundo del arte.

A raíz de la polémica sobre la autoría del cuadro "El Coloso" de ¿Goya? los tres viajeros acaban especulando acerca de las denominadas "pinturas negras" del pintor. 
Hasta el extremo de dudar acerca del estado de ánimo del artista en esa época, pudiendo estar pasando por una racha en la cual no realizará un afrontamiento eficaz de los avatares de su vida y acabará pintando las paredes de su domicilio con pinturas tétricas, trágicas, pesimistas, angustiosas... en fin, vivir a diario rodeado de tal panorama sólo puede ser porque se trate de un maño de fuerte carácter o una persona cuyo ánimo quebrado se reflejase en sus pinturas.

El caso es que los pasajeros se vieron hablando de un tercero, Francisco de Goya, y especulando sobre su salud mental hasta el extremo de plantear si no llegase a tener más de cien motivos para cortarse de un tajo las venas ante los derroteros que su vida había tomado. 

En este caso se habló del suicidio abiertamiente, sin apenas recordar que minutos antes se había dado una situación de incómodo silencio ante una pregunta que podría apuntar en la misma dirección. 

¿Puede ser que hablar de un tema catalogado socialmente como "espinoso" nos resulte más cómodo si se trata de una persona ya fallecida hace siglos? ¿Puede ser que la eventualidad de tratarse de un vivo o de un muerto nos haga ver las cosas con perspectiva? ¿Puede ser que "ocultar" tras un velo de silencio la primera causa de muerte externa no ayude a afrontarlo con eficacia? ¿Puede ser que contribuya al estigma social existente plantearlo como un tabú? 

Lógicamente pertenece a la intimidad de la persona sus ideas de suicidio. Y ello requiere un abordaje desde el respeto y una postura de no enjuiciamiento. Permitiendo que la persona se sienta libre para compartir sus ideas preguntando asépticamente sin mover su respuesta hacia la banalización ni el dramatismo. Igualmente tomarnos nuestros pensamientos con la misma severidad y con el mismo distanciamiento afectivo como lo hacemos con alguien que ha fallecido hace siglos nos ayuda a tratarnos con justicia. Sin olvidar que: "que todo sea relativo no quiere decir que sea trivial".


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