"Nightingalexit"
Nadie se
lo esperaba. Todas las encuestas anunciaban exactamente lo contrario, pero la
realidad últimamente esta empeñada en llevarle la contraria a los pronósticos.
El Reino Unido abrió la puerta de la Unión Europea, salió dando un portazo y
cerro por dentro la puerta de su isla. Y a partir de aquí un paisaje de caras
de asombro y cientos de preguntas sin respuesta. Nadie sabe nada. Nadie se
atreve a plantear cómo sera el futuro.
Flota en el aire una profunda y algo
triste sensación de extrañeza, no tanto por el hecho del Brexit sino por
los motivos que lo apoyaron, o al menos los motivos que más resonaron en los
medios durante la campaña previa al referéndum. Por supuesto que se trataron
asuntos como la falta de democracia en la UE, el trato que se ha dado a los
países en recesión, el liderazgo alemán y su peso en la toma de decisiones en
Europa, la crisis de los refugiados sirios e iraquíes o las cifras de paro en
los países mediterráneos. Sin embargo el aporreo mediático se centró en la
reducción simplista de los problemas complejos, culpando de prácticamente todo
los malo que sucede en Inglaterra a los inmigrantes. Periódicos, entre ellos The
Sun que sorprende diariamente por lo repulsivo de sus argumentos, y
políticos como Nigel Farage,
líder del UKIP , que sorprende también diariamente por los mismos
motivos, no se cansaron de manosear el argumento de la inmigración. Y así entre
unos y otros consiguieron colgarle a la opción de salir de la UE un cartel que
apestaba a racismo y falta de cordura. Una opción ésta de abandonar la Europa
de los recortes y las troikas, de las Alemanias y las Grecias, de los
refugiados enviados en tren a campos turcos, que en principio tenía mil motivos
para brillar, y que no dudo que haya sido apoyada por muchos británicos por
otros motivos infinitamente mas racionales que echarle la culpa al fontanero
polaco de las goteras que inundan de paro los barrios obreros de Newcastle,
pero que debido al contacto diario con Suns y Farages ha
adquirido un tufo ocre muy poco respirable. Mucho peso han tenido en este baile
personajes famosos por lo bien que se desenvuelven en el mundo del foco y del
colorín como Boris Johnson, anterior alcalde de Londres y serio candidato a
sucesor del dimitido David Cameron. El líder del partido Laborista (la versión
británica del partido socialista) ha destacado por su tibieza de argumentos y
su falta de implicación. En fin, que lo que podía haber sido un momento
fantástico para debatir acerca de la UE, por la ineficiencia de unos y la falta
de escrúpulos de otros se ha quedado en poco menos que una lucha en el barro de
argumentos en bikini. Una pena.
No sería capaz de enumerar todas las
nacionalidades de mis compañeros. En la UCI y en el quirófano en el que he
trabajado en Inglaterra, irlandeses, escoceses, ingleses, galeses, nigerianos,
indios, belgas, chinos, holandeses, filipinos, checos, alemanes, franceses,
rumanos, polacos, húngaros, portugueses, griegos, finlandeses, etíopes,
sudafricanos, australianos y coreanos construyen cada día uno de los mejores
sistemas sanitarios del mundo. Si hay algo de lo que estoy especialmente
orgulloso es de formar parte de esta sociedad construida a partir de esta
amalgama cultural de valor incalculable. La atención a las personas se beneficia
de un sinfín de experiencias, de un infinito número de perspectivas, de un
inagotable lluvia de ideas. El NHS (National Health System) es motivo de
orgullo para cualquier británico, y lo es gracias a las personas que lo hacen
grande. Creo sinceramente que el NHS debería convertirse en un ejemplo de cómo
la diversidad cultural lejos de ser un problema es un factor dinamizador que
hace crecer a los colectivos humanos. Como dice Marvin Harris, “una sociedad
aislada es una sociedad destinada a desaparecer”. Una sociedad que no busca
activamente la diversidad y el intercambio, que niega su propio origen mestizo,
que se reconoce superior en cualquier aspecto, que desprecia cualquier
perspectiva que le es ajena, provoca en el que la observa una sensación que oscila
entre la pena y el miedo. Ese pellizco que se siente en el estómago cuando
sucede algo malo y triste. Un pellizco que ya estremeció a Europa no hace tantos años y cuyo fantasma
parece sacudirse de vez en cuando.
Creo sinceramente en los valores
democráticos de la sociedad británica. Durante estos años no han dejado de
demostrarme su capacidad de acoger, integrar y respetar. Su capacidad de
diálogo, de autocrítica y sus constantes deseos de mejorar están fuera de toda
duda. No puedo reprochar a este país nada más que el exceso de días de lluvia.
No puedo dejar de agradecer la cantidad de oportunidades que me ha dado. No
tengo ninguna duda de que son millones las voces que abogan por una sociedad
diversa y tolerante, asumiendo que esos valores contribuyen al crecimiento de
un país y de su gente. No tengo ninguna duda de que el futuro de Inglaterra de
construirá con ideas, perspectivas y enfoques diversos.
Alfredo Serrano.
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