LA PRIMERA LINEA ES MAS ANCHA DE LO QUE PIENSAS.
Ser enfermera y no hablar sobre
lo vivido en la pandemia mundial del covid-19 parece casi un sacrilegio. Existe
un sentimiento común de que todos los profesionales que han estado a pie de
cama de una persona contagiada con el virus tienen ahora una distinción
especial al resto de mortales. Por supuesto, no puedo decir que no haya sido
sacrificado, difícil, duro, estresante, agobiante, incluso en algunos casos
terrorífico, pero no podemos perder la perspectiva.
Hasta que una persona con un
diagnóstico de covid positivo llega a una cama de un hospital, ha tenido que
pasar antes por la vida y la atención de muchas otras personas que le han
llevado hasta ahí, y además estas personas y/o profesionales en muchos casos no
son sanitarios, especialistas en enfermedades contagiosas, ni nada que se le
parezca. Y ahí tenemos esa llamada “primera línea”. Una primera línea muy
ancha, formada por muchos agentes, que sin saberlo se han convertido en el
eslabón más importante.
Para ponernos en contexto, si yo
algún día acabo en una UCI atendida por una médica anestesista poniéndome un
respirador habrá sido gracias a varios factores:
- 1. AUTOCUIDADO: He recibido información por parte del sistema de salud sobre los síntomas que me alertan de que pueda tener un contagio: fiebre, tos, disnea, etc y que si es así solicite ayuda sanitaria.
- 2. CUIDADO NO PROFESIONAL: también puede que a pesar de que yo no tenga un autocuidado eficiente (no hago caso de las indicaciones, no me informo, etc) haya una persona dentro de mi entorno familiar o más cercano que si lo haga, por lo que puede identificar que tengo algún síntoma que necesite atención sanitaria.
- 3. CUIDADO DE PROFESIONALES NO SANITARIOS: En este apartado estarían englobadas todas las personas que realizan una atención directa hacia la población. En muchos casos son estas personas quienes dan la voz de alarma, o quienes acompañan a una persona enfermera o potencialmente enferma a un servicio sanitario. Un ejemplo de ello puede ser una maestra de un colegio, un educador de un centro de personas sin hogar, etc.
- 4. CUIDADO DE PROFESIONALES SANITARIOS: El último caso puede ser, que ya sea porque un conocido mío sea sanitario, o que por cualquier causa fortuita un sanitario pase por mi lado, detecte mis necesidades.
Todas las personas que están
dentro de estos puntos son personas que están en “la primera línea”, y a mi me
parece que todos y cada uno de nosotros podemos estar dentro de cualquiera de
estos puntos. Esto significa que nadie está a salvo de estar en a famosa
primera línea.
De ahí la importancia de que
todas las personas recibamos la información suficiente, adoptemos las medidas
de protección necesarias y por supuesto tomemos consciencia de que nuestro
papel como ciudadano es el peldaño más importante de la escalera de la salud.
Y ahora, una vez matizada cual es
la “primera línea” quiero contaros cual ha sido mi experiencia en ella, ahí va:
Era
viernes trece, trece de marzo, andaba yo trabajando como una tarde más en el Centro
de Personas con Discapacidad Intelectual, aunque en el ambiente se notaba que
era una tarde diferente, se saboreaba una tensión especial. Es posible que el
estar preparando una zona de aislamiento porque sabíamos que había un virus a
nivel mundial con una tasa de letalidad muy alta hiciera que todo se viera
diferente. Aún recuerdo ese WhatsApp que le mandé a mi jefe diciéndole “estoy
pensando que deberíamos meter más camas en el piso de aislamiento”. Desde ese
día, desde ese WhatsApp, todo cambió, ya nadie nos ha quitado las mascarillas,
a pesar de que esa misma tarde una compañera me pregunto -“¿y cuánto tiempo voy
a tener que llevarla puesta?”- , ainsss si en ese momento hubiera sabido lo
equivocada que estuve al decirle – “de momento durante unas semanas”-
Mi móvil y mi ordenador se
llenaron de protocolos, cursos, vídeos, infografías, etc. y todo ello sobre un
solo tema; EL CORONAVIRUS. Cambiamos la organización del centro,
reestructuramos las zonas, tomamos todas las medidas que se nos iban llegando y
las que se nos iban ocurriendo. Tuvimos “suerte” durante unos días, pero una
semana y media después el bicho estaría con nosotros. Empezaron a tener
síntomas los primeros afectados. Enseguida reaccionamos (llevábamos días
preparándonos para ese momento). Aislábamos a cualquier persona que se
encontraba con síntomas, y gracias a eso podemos decir que todas las personas,
tanto profesionales como personas que viven en el centro están perfectamente. A
pesar de la sobrecarga de información, la incertidumbre, la disparidad de
criterios en muchos casos, finalmente gracias al sentido común, la
profesionalidad y la implicación de todas las personas que estábamos ahí en
“primera línea” se consiguió que pocas personas se contagiaran y además que
todas fueran leves.
Tengo que reconocer que llevar el
EPI durante horas fue agotador, pero lo más estresante de todo fue la
responsabilidad y el estado de alarma constante con el que vivíamos. Entendí el
verdadero significado de la expresión “tener el corazón en un puño” cada vez
que entraba por la puerta del centro, o cada vez que estando en casa me sonaba
el móvil. Han sido noches de no dormir, o si llegaba a conciliar el sueño de
soñar con batas, termómetros o Test rápidos.
No teníamos información
suficiente, ni material para protegernos de manera correcta. La reutilización
fue nuestro dogma y lo peor de todo, no teníamos manera de hacer diagnósticos
certeros sobre el covid. Las primeras semanas los centros de salud ni si quiera
nos podían coger el teléfono, y el hospital estaba tan saturado que no cabía la
posibilidad de ponernos en contacto. Empezaron a llegar los test rápidos con
cuenta gotas, las PCRs eran una utopía, y los profesionales se iban dando de
baja sin ni siquiera saber si lo que tenían era un catarro, alergia o un virus
mortal que inundaba la prensa, la televisión y nuestras vidas.

Ahora nos tocaría a nosotros
hacer esto; salir mas reforzados de esta situación, aprender de lo vivido y no
cometer los mismos fallos. Pero no sé por qué me da a mi en la nariz, que esto
no va a ser así. Ya estoy leyendo noticias sobre la finalización de contratos
para reforzar los hospitales y los centros de salud, ya estoy viendo cómo
muchos sanitarios no pueden cogerse las vacaciones merecidas porque no hay
personal, ya se están escuchando cómo nos volvemos a quedar sin material de
protección en muchos lugares de trabajo, y todo esto sin que aún se haya acabo
el estado de alarma. No me quiero ni imaginar qué va a pasar de aquí a tres
meses.

MÄRIA
Comentarios
Publicar un comentario